PATRIA GRANDE
MARTES 01 DE ABRIL DE 2014 09:54
Al cumplirse 50 años del último golpe de Estado en Brasil, que duró 21 años, nuestro corresponsal en Porto Alegre narra la experiencia de vivir en un país donde persiste la impunidad.
Por Santiago Gómez – Desde Porto Alegre.
Hoy, 1 de abril, se cumplen 50 años del último golpe militar en Brasil que duró 21 años, de 1964 a 1985. El mismo año en que acá terminaba la dictadura, en Argentina se juzgaba a los militares, a dos años de terminada la dictadura. La ley de amnistía, ratificada por el tribunal supremo de justicia, impide que se puedan ser juzgados los genocidas civiles y militares.
La impunidad abunda. Es obscena. Fotos de militares en la tapa de los diarios reconociendo que torturaron, después se desdicen, y no pasa nada. Un militar reconoció haber tirado al mar el cuerpo de un diputado, que mató la dictadura, lo enterraron en la playa, después lo desenterraron para desaparecer el cuerpo, y nadie va preso. ¿Por qué Brasil no tiene sus Madres? Me refiero a madres de desaparecidos organizadas, movilizadas en las calles, porque madres de desaparecidos acá también hay y no puedo imaginar lo que deben sentir esas mujeres, esos padres, los familiares, los compañeros al tener que ver esas tapas de diarios, hasta quizá, cruzarse a los culpables por la calle, sabiendo que no van a ir a la cárcel.
Los medios difunden los pro y los contra del golpe, piden “memoria”, que no se olviden que “el milagro económico”, así lo llaman, se lo deben a la dictadura. O Globo titula “Golpe cívico militar” su suplemento especial del diario del domingo. Para que no se olviden que no fueron ellos solos los que lo apoyaron, conscientes de que Dilma, que fue detenida y torturada, en el 2012 creó la Comisión por la Verdad. La Presidenta, que ayer pronunció un discurso en el que pidió Verdad y Memoria, pero no pidió Justicia. Me responden que no puede, porque sigue vigente la ley de amnistía. Es tan difícil no escuchar la demanda completa: Memoria, Verdad y Justicia.
Hoy se cumplen 50 años del golpe y no va a haber ninguna marcha masiva, ninguna marcha. La familia del derrocado Goulart espera justicia, de la justicia argentina, en caso de que se compruebe que fue envenenado en nuestro país. Cuando en Argentina reinaba la impunidad, los argentinos esperamos justicia del juez español Baltasar Garzón, que el jueves expondrá aquí, en unas jornadas sobre derechos humanos organizadas por el gobierno provincial petista. Es difícil para el gobierno conseguir justicia, sin una población organizada, con la única voz de O Globo en los medios y con el discurso de la antipolítica reinando.
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