domingo, 19 de enero de 2014

Discursos sobre el Estado, por Diego Gutiérrez

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El autor reflexiona sobre los diferentes modos de entender el Estado en la Argentina. Del "Estado elefante" a una mirada más desarrollista.
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En los 80s el discurso era el Estado elefantiásico como ineficiente, inoperante que no servía para gerenciar correctamente las empresas de servicios públicos, debido a la corrupción y al uso político de los cargos. Bajo la bandera de "achicar el Estado es agrandar la Nación" el gobierno de Raúl Alfonsín intento privatizar varias empresas, pero la resistencia del peronismo en el Congreso diluyo esa posibilidad.
Cuando llega el menemismo al gobierno con la promesa de la revolución productiva y el salariazo se pensaba que todo iba a cambiar, pero se mantuvo el discurso de la ineficiencia del Estado y el "nada de lo que deba ser del Estado permanecerá en manos del Estado" como el primer artículo del decálogo privatizador.
Hoy en día, con el resurgimiento del Estado como regulador de las relaciones entre el capital y el trabajo, como dinamizador de la economía, como impulsor del desarrollo científico, tecnológico y de la inclusión social, más la recuperación de empresas claves para el desarrollo nacional, pareciera que aquellas nefastas frases que permitieron las privatizaciones sin que se opusiera ninguna resistencia de la sociedad todavía tienen algunos creyentes pero en el sentido inverso.
¿Cómo es esto? Edenor y Edesur, empresas de distribución de energía eléctrica en Capital y el Conurbano, producto de aquellas privatizaciones de los años 90, no realizaron las inversiones necesarias durante estos años como para que no ocurran lo tan temidos cortes de fin de año producto de la creciente demanda de energía resultante de las altas temperaturas como del crecimiento económico de estos últimos 10 años de gobierno kirchnerista. En esta década se hicieron obras por más de 90 mil millones de pesos, se sumaron a 10 provincias al SADI (Sistema Interconectado Argentino), provincias que se encontraban aisladas hasta el 2003 y dependientes de un sistema radial que convergía en el área metropolitana, para pasar al sistema de anillado, extendiendo una red de cables de alta tensión de 500 kv por más de 5.500 km, terminación de Yacyreta y puesta en marcha de la central nuclear de Atucha II después de 31 años del comienzo de su construcción y después de 16 años de paralización de las obras, aumentando la capacidad de generación de energía desde los 17.900 Mw hasta los 26.627 Mw, un 49% más. Pero increíblemente las quejas son contra el gobierno, es decir, contra el Estado.
La responsabilidad de las empresas es pasada por alto como si no tuvieran nada que ver en el problema y la culpa fuesen las políticas del gobierno, este es el discurso de los medios dominantes, los cuales fueron los primeros beneficiarios de las privatizaciones del menemismo.
¿Será porque no quieren que sus lectores, oyentes y televidentes empiecen a desconfiar de la eficiencia de las empresas privadas que sólo buscan el máximo beneficio económico en vez del beneficio social de aquellos a los cuales tienen que proveerles el servicio? ¿Será por esto que el Estado para ellos es siempre el que se equivoca?
Siempre se pone el ojo sobre la actuación del Estado en los servicios básicos, si está, es grande y bobo, y si no está, es el Estado ausente, pero jamás en sus discursos incluyen a las empresas, las cuales llevan años de llevarse pingües ganancias a costa de dar pésimos servicios que son esenciales para los usuarios y para el desarrollo nacional dejando al Estado Nacional las inversiones necesarias para que el servicio no colapse. Es hora de que vayamos afilando y agudizando nuestros cinco sentidos para aprender a decodificar los mensajes que desde el poder económico y sus empresas periodísticas nos envían y así no caer más en las trampas de quienes ven al Estado como una amenaza para sus intereses económicos.

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