viernes, 8 de marzo de 2013



De: LA NESTOR VIVE




Hasta Siempre Comandante


“A los que me desean a mí la muerte les deseo mucha vida,
para que vean como la revolución bolivariana sigue avanzando”
Hugo Chávez Frías



Ayer por la tarde, martes 5 de Marzo, quienes militamos en este proyecto nacional y popular que conduce la compañera Cristina Fernández de Kirchner volvimos a sufrir un duro cachetazo. El Comandante, el hermano venezolano Hugo Chávez Frías falleció, tras una larga lucha contra el cáncer que lo había mantenido convaleciente en los últimos meses.


Su partida física nos conmueve, nos angustia a nosotros y a todos los hermanos latinoamericanos que día a día, en cada rincón de nuestro continente, trabajan para consolidar esta Patria Grande que soñaron Bolivar, Artigas y San Martín y que hoy estamos construyendo. Una Patria Grande en la senda, como dijo Cristina, de la Segunda Independencia, en la que Chávez tuvo un rol protagónico.

Porque ante todo, el Comandante Hugo Chávez era eso. Un patriota latinoamericano. Alguien que pensaba el progreso de su Venezuela en sintonía con el desarrollo del resto del continente, que bancó a Argentina cuando el “Primer Mundo” al que tanto elogia la derecha vernácula nos daba la espalda. El tipo capaz de plantarse en la ONU y decir sin titubeos sobre ese genocida que es George W. Bush: “Acá estuvo el diablo”. El tipo capaz de ponerle un freno al imperialismo y, codo a codo con Néstor y Lula, frustrar el avance del ALCA con que el liberalismo económico pretendía someternos comercialmente.

Pero además, Hugo Chávez Frías era un hombre con ideas claras, que estaba seguro que después de tantos años de postergaciones, esta vez sí en Venezuela había llegado la hora de los pueblos. Y a eso abocó su mandato y en eso se le fue la vida: en la construcción agotadora pero incansable, de un país más justo, libre y soberano. Chávez logró que la renta petrolera que genera el subsuelo de Venezuela deje de ir a solventar las abultadas cuentas de multinacionales norteamericanas y europeas y se ponga al servicio de su pueblo. Y construyó millones de viviendas, emprendió campañas de alfabetización que capacitaron a 2 millones de personas, redujo la pobreza en un 44% y convirtió a su país en el que posee los mejores indicadores regionales en términos de distribución del ingreso. Incluyó en sus misiones a 20 millones de compatriotas, terminó con la desnutrición masiva que afectaba a casi el 20% de la población venezolana, redujo a la mitad la mortalidad infantil…  La lista de logros podría seguir varias hojas más.

Chávez peleó hasta el último suspiro. Estremece hoy imaginar su enorme esfuerzo encarando la última campaña presidencial, sabiendo que su salud de a poco se iba apagando, pero consciente de que la liberación de su pueblo, la continuidad de la Revolución Bolivariana lo precisaba de pie, en la calle, dando la lucha contra una derecha que amenazaba con llevárselo puesto a él y con él, a todas las conquistas del pueblo venezolano.

Duele su partida, nos duele como personas, como latinoamericanos, como militantes. Duele, porque compartíamos muchos sueños y una esperanza de una Latinoamérica cada día más libre.
Pero ese dolor, como sucedió con la muerte del Compañero Néstor Kirchner en 2010, no debe apagar la llama de la lucha sino, todo lo contrario, avivarla más que nunca.

Cuando falleció Néstor, recuerdo a la queridísima Taty Almeyda diciendo que “a Néstor no lo enterramos, lo sembramos”. Con Chávez debe pasar lo mismo.

En cada rincón del continente, debemos levantar sus banderas y llevarlas como estandarte a la victoria. Acompañando a Nicolás Maduro, acompañando a Cristina, a Evo, a Correa, a Dilma, al Pepe. 

Por la memoria de Hugo, por la memoria de Néstor y porque esto recién empieza, compañeros, acá no se rinde nadie.

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