jueves, 13 de junio de 2013

06 Jun 2013 06:04 pm | La Néstor Vive

Nuevos desafíos para un soldado del proyecto


“Con aplausos o huevazos, siempre defendimos las mismas ideas”
Agustín Rossi


En una nueva muestra de iniciativa política y rapidez de reflejos para encarar las distintas situaciones que se presentan en la coyuntura, la Compañera Presidenta efectivizó una serie de cambios en su equipo de Ministros que tiene como nota más saliente la salida de Agustín Rossi de la Cámara de Diputados para pasar a encabezar el Ministerio de Defensa. “El Chivo” abandona así la jefatura de bloque del Frente para la Victoria, cargo que ocupó con sobrados méritos durante ocho años, entre 2005 y 2013. Tiene por delante ahora un desafío no menos vertiginoso: el de comandar las Fuerzas Armadas continuando el proceso que se inició durante la Presidencia de Néstor Kirchner con la gestión de Garré y que consiste, esencialmente, en lograr consolidar una nueva camada de militares comprometidos con la democracia, regidos bajo la égida de la Memoria, la Verdad y la Justicia y dispuestos, como es debido, a defender la bandera argentina de posibles amenazas extranjeras y no de reprimir a sus propios compatriotas. Lograr un Ejército plural, no corporativo, que sea sostén y no amenaza para la democracia, en otras palabras.

La salida del Compañero Rossi constituye una buena oportunidad para recordar el itinerario que siguió la agenda parlamentaria durante estos años, plagados de conquistas que, en muchos casos, exigieron sudar la gota gorda y “contar los porotos” con afán de almacenero para llegar a la ansiada mitad más uno necesaria para aprobar un proyecto de ley.

Fue una etapa de inédita actividad para el Congreso; probablemente ningún período de la historia argentina haya visto la catarata de leyes en defensa de los intereses populares como éste que hemos construido los argentinos a partir de 2003. Fueron años intensos, interrumpidos, apenas, por el período 2009-2011 en el que la oposición ejerció en forma lamentable su rol de mayoría parlamentaria, mostrando a todas luces su alarmante incapacidad para generar proyectos, debates, para esbozar al menos una alternativa medianamente seria. Desde la trinchera, en ese momento, el Chivo logró mantener la tropa armada, a la espera de esos tiempos mejores que volverían tras el arrasador triunfo de la Presidenta en 2011, para ir a por la profundización del modelo.

Si nos propusiéramos repasar las conquistas que pasaron por el Palacio Legislativo en estos años, el racconto sería eterno. A modo de resumen, y a riesgo de dejar afuera iniciativas históricas, recuerdo la Ley de Medios, que puso blanco sobre negro quienes hacen política al lado de la gente y quiénes actúan, apenas, como voceros corporativos de gigantes mediáticos (“el lado más débil”, como definió el alguna vez periodista y hoy devenido en capocómico televisivo, Jorge Lanata), el matrimonio igualitario (a cuya resistencia el “simpático y humilde” cura azulgrana definió como “una guerra santa de Dios”), la recuperación del patrimonio del Estado con la vuelta de las AFJP y la estatización de YPF y Aerolíneas, la soberanía ganada que representó la ley de Tierras, los nuevos regímenes de trabajo para sectores históricamente vulnerables y vulnerados, como las empleadas domésticas y los peones rurales…

Y el debate por las retenciones, por supuesto. Ese que dejó en Rossi cicatrices particularmente profundas, porque le tocó sufrir en carne propia la cobarde actitud de la oligarquía santafesina; quizás la más poderosa del país en tiempos en que el puerto de Rosario-San Lorenzo aparece consolidado como la gran vía de salida del complejo sojero-exportador. Esa misma que no tuvo empacho en escracharlo en su propia casa o en llenarlo de huevazos, siempre –cómo dudar de esa gente bien, de estirpe y triple apellido- en una actitud “de consenso y diálogo”.

Pero allí está Rossi, erguido, con la frente alta, porque sabe que si los privilegiados de siempre están allá, volcando toneladas de leche en las rutas, llorando miseria arriba de sus 4x4 importadas y destilando odio por los pasillos del multimedios, es que entonces estamos del lado correcto de la vida. Porque, aunque otros se confundan, nosotros lo tenemos claro: con los terratenientes sojeros y los monopolios que crecieron al calor de los tacos militares, no vamos ni a tomar un café.

Que nos tiren todos los huevazos que quieran, que no vamos a corrernos un ápice. Porque, como dijo el compañero Chivo en ese emotivo cierre del debate en la recuperación de YPF, “con aplausos o con huevazos, siempre defendimos las mismas ideas”.


Felicitaciones Compañero y adelante en esta nueva tarea.



LA NÉSTOR VIVE

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