jueves, 6 de junio de 2013

03 Jun 2013 08:06 pm | La Néstor Vive

La TV contra los intelectuales: Una Rémora de la dictadura bajo un nuevo formato.

La operación del establishment (a través de su títere "Lanata") consiste no tanto en atacar a los intelectuales cuya mirada es afín a muchas de las mejores políticas del gobierno, y crítica hacia otras, (aunque no por ello puedan ser calificados como "oficialistas" u "opositores" ya que el campo de la política y el de los intelectuales no puede coincidir en tiempos y lógicas de intervención sobre la realidad) sino más bien en DESTRUIR todo intento por desarrollar razonamientos más profundos que los que puede soportar el formato televisivo y la competencia por el rating, es decir, impedir/abortar la posibilidad de cualquier tipo de desarrollo intelectual verdaderamente autónomo del auténtico poder (que es el "poder económico") y cuya densidad argumental es percibida como "peligrosa" para el discurso mediático que no deja de reducir toda la complejidad inherente a cualquier proceso histórico a la antinomia "K/anti-K", allanando el camino a la ceguera política de un sector social al que el gran aparato discursivo de las clases dominantes lo priva cada vez más de la posibilidad de realizar la operación de pensar (observar-elaborar-concluir) por sí mismos y al que se lo adoctrina sirviéndole siempre la conclusión en paquete cerrado, cual si fuera una revelación.

Esta denostación barata de la actividad intelectual es una característica del fascismo y de los procesos totalitarios. Los pseudo-argumentos (insultantes) de Lanata contra Horacio González son la adaptación a nuestra época del discurso anti-subversivo de la dictadura militar en su versión anti-intelectual (el peligro de las ideas, los profesores universitarios que "difunden el marxismo", como emblema de la más peligrosa de las formas de la subversión para el establishment económico, la "subversión del pensar"...)

Aquí el mensaje es inequívoco: No se puede pensar, y si se piensa sólo se estaría con ello "apoyando a la corrupción". El discurso mediático no deja otra alternativa. Podría acaso imaginarse el interesante ejercicio de reemplazar en el discurso que difunde Lanata la palabra "corrupción" por la palabra "subversión". Veríamos de inmediato que con lo que nos encontramos es con el discurso de Videla, difundido sin modificar una coma por los diarios Clarín y La Nación entre 1976 y 1983. O quizás sería más justo decir que, en realidad, se trata del discurso de La Nación -que en esencia no ha cambiado- que era reproducido por Videla entre 1976 y 1983, procediendo luego las fuerzas armadas de conformidad con el mismo.



Martín González

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