lunes, 24 de febrero de 2014

ASESINATO DE CRISTIAN PEREYRA Informe sobre la situación del penal de Rawson

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El 22 de diciembre de 2013 fue asesinado en el penal de Rawson Cristian Pereyra. Solo tres días antes había realizado una recorrida el Procurador de violencia institucional del Ministerio Público Fiscal, Abel Córdoba. A continuación, fragmento del relevamiento que el fiscal elevó sobre la situación en el penal de Rawson.
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Posteriormente nos dirigimos al Pabellón de Ingreso (N° 13) en el cual las personas allí alojadas que lo requirieron fueron entrevistadas en forma confidencial. De las entrevistas mantenidas y lo relevado en la inspección se desprende que el lugar presenta malas condiciones de mantenimiento edilicio e higiene de los diferentes espacios. Los detenidos ocupan celdas de pequeñas dimensiones, las ventanas existentes no poseen vidrios lo cual intensifica las inclemencias climáticas generando espacios extremadamente fríos o calurosos dependiendo de la temperatura y época del año. No cuentan con instalaciones eléctricas. No tienen agua corriente ni baños al interior de las mismas.

Teniendo en cuenta que solo autorizan a los detenidos a salir de las celdas entre 5 y 10 minutos por día deben orinar y defecar en recipientes plásticos dentro de las mismas, situación que genera pésimas condiciones de salubridad y olores nauseabundos permanentes.
A lo largo de las diferentes entrevistas sostenidas en dicho pabellón la mayoría de los detenidos coincidieron en que la comida suele ser escasa, debiendo complementarla con mercadería comprada en la cantina o provista por la visita; dicha situación también se repite con los insumos de limpieza e higiene personal en tanto les proveen 1 jabón, 1 rollo de papel higiénico, 1 máquina de afeitar y un dentífrico de manera mensual.
En lo que respecta a las requisas todos los entrevistados han referido que suelen ser extremadamente violentas, haciendo uso de palos, escudos y gas pimienta, golpeándolos  y destrozando sus pertenencias al momento de efectuar los procedimientos.
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Luego decidimos continuar las entrevistas con las personas alojadas en el Pabellón N°14 quienes al momento de la inspección se encontraban en uno de los patios de la Unidad. En este sentido uno de los detenidos manifestó que  “los habían sacado porque estábamos nosotros” sino de otro modo no suelen permitirles salir seguido, tan solo una vez por semana o incluso menos, siendo esta decisión absolutamente arbitraria y discrecional por parte del Servicio Penitenciario. Al igual que lo manifestado en los otros pabellones los entrevistados refirieron que la comida resulta ser escasa y necesariamente deben complementarla con mercadería adquirida en la cantina o bien por medio de las visitas (aunque teniendo en cuenta que la mayoría no son de la localidad de Rawson e incluso ni siquiera viven en la provincia de Chubut, no suelen recibir familiares o referentes afectivos de manera habitual). En lo que respecta a los productos de limpieza e higiene personal, y coincidiendo con lo expresado por otros detenidos, son escasos e insuficientes. Asimismo refirieron que las celdas son de pequeñas dimensiones, sin baños ni agua corriente; muchas de éstas no presentan conexiones eléctricas ni vidrios en las ventanas. En relación con los procedimientos de requisa la mayoría de las personas entrevistas refirió que son muy violentas, golpeándolos de manera habitual con puños, palos, escudos y utilizando gas pimienta y balas de goma.
En este sentido uno de los detenidos manifestó que en más de una oportunidad ha observado que los agentes penitenciarios dan vueltas las cámaras de filmación existentes a fin de que no quede registro alguno de lo sucedido en el marco de dichos procedimientos. Relatando también que es habitual el traslado de los detenidos a las “leoneras” –celdas que se encuentran próximas al ingreso de la Unidad- en donde son golpeados y torturados, sin recibir posteriormente ningún tipo de atención médica y siendo reintegrados al pabellón de origen o bien llevados a los buzones y alojados allí por tiempos arbitrarios y discrecionales establecidos por el Servicio Penitenciario. A continuación, y tras finalizar de entrevistar a todas aquellas personas que lo requirieron en el pabellón 14 fuimos al Pabellón 15, en el cual se alojan 24 detenidos en 37 celdas. Si bien existen 4 baños al inicio del pabellón solo hay un aparato colocado mientras que los 3 restantes solo tienen el caño de cloaca a ras del piso. Por ser el único el baño “vive tapado” emitiendo un olor nauseabundo constante y difícil de soportar. Las personas permanecen encerradas desde las 23:30 a las 7:30 en celdas muy chicas de 2 x 1,5 metros cuadrado (donde se cuenta el camastro que le resta 0,80 cm de ancho), sin baños ni agua, debiendo defecar y orinar en recipientes plásticos que recién cuando les abren las celdas pueden arrojar. Durante el día permanecen con la puerta abierta en el pasillo común. Las salidas al patio son arbitrarias, autorizándolos a salir cada 15 días un par de horas, a veces una vez a la semana pero nunca antes que eso, dependiendo  de la discrecionalidad del Servicio Penitenciario sin contar con una rutina estipulada. En el pabellón cuentan con un solo freezer, ya que  el otro que tenían lo rompió el cuerpo de requisas. Asimismo les rompieron el caño del gas. Los detenidos refieren que los aparatos que se van rompiendo no los reponen y les sacan las partes. Refieren que el agua se corta con frecuencia, no saben si por problemas de suministro o porque lo hace el Servicio Penitenciario de forma intencional.
En relación con la comida, la mayoría de los entrevistaron coincidieron en que resulta escasa, “nunca alcanza”, debiendo complementarla con mercadería que reciben en las visitas –lo cual debido a las grandes distancias no resulta ser algo habitual-  o bien con compras en la cantina. Asimismo refirieron que en varias ocasiones le han suministrado comida con mal gusto. Por otro lado explicitaron que los insumos para la higiene personal y de su celda que les dan son insuficientes y al igual que lo sucedido con la comida deben adquirirlos en cantina o pedirlos a sus visitas. Según refirió les entregan un rollo de papel higiénico, un jabón, una máquina de afeitar (de mala calidad) y un dentífrico de manera mensual. También refirieron que las requisas suelen ser muy violentas, haciendo uso de palos, escudos y gas pimienta. Describiendo que en más de una oportunidad el personal penitenciario se encuentra alcoholizado lo cual genera que se intensifique aún más la virulencia en los procedimientos. En este mismo sentido, y dando cuenta de perversión y violencia del personal explicitó que otra actitud muy común que tienen los penitenciarios es, luego del recuento, arrojar gas pimienta en la zona en donde se encuentra ubicado el teléfono y de esa forma perjudicar a todos aquellos que desean hacer uso del mismo. Por último nos dirigimos al Pabellón 16, en el cual los detenidos explicitaron que durante el día de la fecha no tuvieron agua potable, lo cual suele ocurrir con frecuencia. Varios detenidos refirieron que a pesar de ser un pabellón tranquilo la requisa es muy violenta y todo el tiempo provoca e insulta a las personas buscando que sus reacciones para tomar represalias. Relatan que llegan golpeando las puertas, a los gritos y echan gas pimienta. Hace pocos días echaron mucho gas pimienta en el baño y luego los hicieron ingresar a todos, no podían respirar. Hasta se ensañaron con la gata que tienen de mascota en el pabellón y la rociaron de gas pimienta, la gata parecía enloquecida y se burlaban de ella. En cuanto a las celdas son de igual dimensión que el Pabellón 15 y no tienen agua ni sanitarios dentro. La apertura de las mismas es de 7.30 a 23.00 hrs. Según lo referido por los entrevistados tan solo les permiten salir al patio una vez por semana no más de dos horas o incluso menos, habiendo semanas que no salen. En cuanto a la situación de la alimentación lo manifestado por los detenidos coincide con aquello explicitado en los otros pabellones inspeccionados anteriormente, en este sentido han explicitado que la comida resulta ser escasa e insuficiente debiendo complementarla con la compra en la cantina y en menor medida con lo provisto por sus visitas.
Todos los detenidos entrevistados planteaban su necesidad de ser alojados en una unidad cercana a su familia, siendo que el 80 % de los casos es de CABA o Provincia de Buenos Aires. La distancia les provoca mucha angustia y desesperación, ya que no hay muchas posibilidades de recibir visitas por lo costoso del viaje. Las familias envían encomiendas para que puedan comer y la requisa muchas veces se queda con los  productos (cigarrillos, comida). En términos generales y de acuerdo a la información obtenida en el marco de las diferentes entrevistas mantenidas con las personas alojadas en la Unidad existe un gran descontento, preocupación y quejas generalizadas con relación a la atención médica y odontológica. Según relataron los detenidos resulta muy difícil conseguir ser atendidos cada vez que lo requieren, debiendo insistir varios días hasta que deciden llevarlos e incluso en la mayoría de las veces no los conducen hasta dichas áreas. Por otro lado, y en consonancia con las referencias al mal funcionamiento del área odontológica, en más de una entrevista tomamos conocimiento de situaciones de detenidos que aún están a la espera de sus prótesis dentales habiéndolas solicitado desde hace más de 7 meses, a quienes le manifestaron que no se las entregaban por falta de insumos. Otra de las personas alojadas relató que en una ocasión la odontóloga le pidió $ 1.000 por un tratamiento de conducto y poner acrílico en una muela. A otro por hacerle 4 fundas le cobraban $ 5.000. Según refiere la profesional no tiene recursos para hacerlo en la unidad y debe hacerlo afuera como particular. Ambos detenidos se negaron pero refirieron que la odontóloga sabía que ellos tenían guardados fondos de su trabajo.
Por otro lado y el transcurso de las entrevistas hemos notado un marcado malestar y angustia de parte de los detenidos para con la modalidad de intervención del médico psiquiatra de la Unidad; en este sentido uno de los entrevistados relató que solo fue atendido una única vez por el psiquiatra y desde ese encuentro su dosis de Alplax (la cual ya venía recibiendo, por prescripción médica, previo a su ingreso a la Unidad N°6 ) se vio reducida sin mediar demasiadas explicaciones ni tampoco poder conseguir nuevas consultas con éste a pesar de haberlas solicitado en múltiples oportunidades. Tampoco se le ofreció algún espacio terapéutico alternativo a fin de efectuar un abordaje integral en el marco de su proceso de salud mental. Otro de los entrevistados manifestó que tras una única consulta, el psiquiatra le suspendió la medicación (Diazepán y un antidepresivo) que venía tomando desde que estaba alojado en otra unidad penitenciaria y había sido recetada por los profesionales de ese establecimiento. En este sentido manifestó que ha solicitado audiencias con dicho profesional en múltiples oportunidades y hasta el momento no ha tenido ninguna respuesta, y al igual que lo relatado en párrafos anteriores con relación a otro de los entrevistados tampoco le han ofrecido espacios o tratamientos alternativos tras la suspensión de los psicofármacos. En otra de las entrevistas uno de los detenidos relató que antes de llegar a la Unidad N° 6 tomaba un psicofármaco el cual le fuera recetado en otro establecimiento penitenciario tras un intento de suicidio y desde el momento en que fue alojado en el Instituto de Seguridad y Resocialización N° 6 dejó de recibirlo, habiendo sido atendido en una única oportunidad por el médico psiquiatra de la Unidad y no logrando obtener nuevas audiencias con éste, a pesar de haber manifestado. Como contrapartida pudimos observar varios detenidos muy medicados, con problemas para hablar o comprender. Al ingresar los agentes refirieron que circula mucha medicación porque se las trae la visita. Ante nuestra consulta acerca de cómo funciona la requisa nos dijeron que es muy difícil de controlar, que las traen en cualquier cosa, incluso en el shampoo y que luego se ve a los detenidos tomándoselo. Ante semejante relato los consultamos acerca de los dispositivos de abordaje para estas situaciones y la respuesta fue que se los atendía pero que el psiquiatra no era partidario de la medicación.
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Inscripción en una pared, en un aniversario de la masacre de Trelew.

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