lunes, 24 de febrero de 2014

CORRIDA CAMBIARIA: PRUEBA SUPERADA

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El Gobierno nacional superó en las últimas semanas una de las amenazas económicas, financieras y políticas mas fuertes de los últimos años. Esa presión traducida en término de corrida cambiaria alentada por minúsculos pero poderosos grupos económicos tuvo como objetivo torcer el rumbo general adoptado por el gobierno nacional con foco en la distribución del ingreso y la fuerte presencia del Estado como agente económico principal.
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Por Gustavo Smith *
La puja pasó por determinar quien manejaría de aquí en más las principales variables de la economía y en ese sentido las medidas que se llevaron adelante se mostraron en la dirección de dejar en claro que es el propio Estado quien pone las reglas principales. La corrida cambiaria apuntaba a alterar bruscamente el tipo de cambio, es decir, el valor del peso respecto del dólar y presionar en ese sentido. Por diversos factores históricos, el valor de la moneda norteamericana resulta para nuestra economía un dato fundamental porque influye en un conjunto de otras variables económicas y sociales importantes, por eso todo lo que tenga que ver con su cotización tiene siempre tanta importancia. La incidencia sobre las expectativas económicas que provoca el dólar, sumado a factores coyunturales como la expansión de las importaciones que provoca el crecimiento en toda país con estructuras productivas desequilibradas como el nuestro, o la política de desendeudamiento que permite aumentar la independencia económica pero que implica salida de dólares, presiona sobre el tipo de cambio. Además, el mayor consumo energético que genera una expansión de las importaciones de energía y un mayor poder adquisitivo de los argentinos que incrementa la salida de dólares vía el mayor turismo en el extranjero tensiona la estabilidad cambiaria, lo que obliga a políticas activas y permanentes para garantizarla.

En consecuencia, las autoridades políticas y económicas desplegaron una batería de medidas en la dirección de retomar el control económico y terminar con las expectativas que presionaban por un tipo de cambio mucho más alto.
Efectivamente, la corrida generada por grupos minoritarios pero poderosos y alentadas por los medios de la oposición, amenazaron fuertemente las reservas del país y generaron una suba de precios al compas del dólar ilegal o blue.
La adecuación del tipo de se acompañó con una serie de instrumentos para evitar los inmediatos efectos sobre los precios propios de cualquier devaluación. Así, se subió la tasa de interés; se permitió el atesoramiento de dólares para todos aquellos que pudieran justificar su compra; se modificó el nivel de encaje en pesos de los bancos, obligándolos a reducir sus carteras nominadas en divisas; y se avanzó en acuerdos con el sector agropecuario para obligarlos a liquidar la cosecha retenida.
La suba de las tasas puede llegar a contraer el nivel de actividad pero no al ritmo que especulan aquellos que apuestan al fracaso económico. En ese sentido, haciendo un promedio de las previsiones de las principales consultoras privadas y organismos internacionales, se estima que el PBI puede crecer este año un 2%. Ya en enero la producción creció un 1,3%. Con un nivel de importaciones menor debido al ajuste del tipo de cambio, las expectativas favorables aumentan a la hora de estimar la balanza comercial que según las mismas consultoras podría aumentar un 30% respecto del año anterior. Con una balanza comercial positiva y un control del tipo de cambio las medidas apuntaran a recomponer las relaciones con la banca internacional para poder volver al mercado a solicitar créditos con tasas favorables y para obras de infraestructura, revirtiendo la histórica tendencia argentina al endeudamiento crónico para gastos corrientes y pagos de vencimientos.
En suma, incrementar el tipo de cambio nunca es una medida desprovista de efectos. Pero el Gobierno ha sabido muy bien cómo mitigarlos estudiando los costos sector por sector, ejecutando en todo el país el Programa de Precios Cuidados, y aumentando las políticas compensatorias para actualizar el valor de las prestaciones, en algunos casos, y en otros impulsar nuevos para otro universo de personas, como el Plan Progresar destinado a jóvenes.
Modificar un régimen de acumulación es una tarea que demanda décadas y que en 10 años es imposible culminar. En nuestro país, el proyecto político actual ya ha demostrado en reiteradas oportunidades su compromiso con los más humildes y los trabajadores. En ese trayecto, pues, logró revertir una nueva corrida cambiaria y mostró una vez más que por los sectores con los que confronta va por el buen camino.
* El autor es licenciado en Relaciones Internacionales y parte del Grupo de Estudio de Economía Nacional y Popular (GEENaP)

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